(Glob@l México) Por Leo.- Los grandes inventores de utopías- en el universo de los clásicos universales- crearon mundos fantásticos, pintorescos, algunos perfectos en el género de la parodia o metáfora social. Nunca sospecharon que sus narraciones de fantasiosas estructuras adquirirían el tinte de realidad en algunas expresiones del poder y en la bochornosa división del mundo de la guerra fría.

Que si bien el cerdo Napoleón de la famosa Granja predicaba justicia e igualdad social antes de convertirse en lunático dictador dentro de los límites campiranos que eran su imperio, actitud por lo demás mesiánica, siempre tuvo la conciencia de ser solo un cerdo.

Las épsilones del mundo feliz siguen su rutina robótica y sin conciencia política en los cinturones de miseria dispuestos a cambiar el orden social por otra dictadura simple y llanamente igual en estas sociedades donde el final feliz se pospone consecutivamente.

Los mundos ficticios se degustan en su justa dimensión de falsos e imaginarios, moneda de cambio de los sueños, viajar sin contratiempos durante una semana a través de las calles de Macondo, ver a Úrsula tronándose los dedos por las locuras de su Arcadio, andar sin prisas en la isla de Santa Elena, caminar las calles del viejo Dublín mientras te platica la Odisea el guía de turistas, en fin andar y desandar las historias y absorberlas, imaginar que el gobierno de la ciudad abre un carril de circulación para el tránsito de los hidalgos que dejan su inactividad intoxicados de injusticia para montar sus rocinantes mecánicos, tanto mundo feliz, tanto final alegre, tanto crimen resuelto en la fatua ficción de clásicos y Hollywood, que los cotos de realidad y cruda verdad se alejan de la visión común y damos respuestas figuradas a conflictos reales.

La mediatez del mensaje televisivo es más ejemplo y forma que meramente accidental, novelas maratónicas que repiten sus binomios conflictivos una y otra vez con distintos nombres y diversos artistas, siempre lo mismo y ni derecho a la réplica, aceptar las noticias con su contenido inapelable, cosa juzgada, pero lo que va más allá de la ficción, control y falta de respeto a la inteligencia del pueblo son los famosos “realitys”, farsas montadas en supuestas investigaciones irreales y personajes que “voluntariamente” se presentan en el programa para que se les grite, insulte y humille, contratando personas de muy distinta edad y baja condición social para etiquetarlos como depravados, desnaturalizados, infieles, desleales rateros y toda la escoria que por naturaleza choca con el buen sentido.

Personas que de plano significarían varios años de cárcel se burlan orondas y muestran su cinismo ante todo público despertando por supuesto la reacción indignada de amas de casa, niños y otros de la tercera edad que son  la audiencia que gusta de verlos.

Si ves el contraste que existe entre leer un libro de ficción que a la larga resulta profético y/o sentarte a mirar la tv, creo que no hay mucho en qué pensar o dudar, ya que un abismo los separa, por supuesto que la lectura te lleva de la mano por universos de fantasía, el talento de los grandes seduce a tus ojos con palabras de oro que vas a recordar en todo momento, mientras que la caja tonta insertará en ti odios, iras, estrés muy grave si te adentras en fatalismos inexistentes, tragedias repentinas que te dejan atónito aunado a la actitud de los personajes que se toman los hechos como algo necesario, requerido castigo en la vana y prolongada comedia humana.  Nada mejor que la televisión para formar opinión, prejuzgar, castigar y sonreír todo en un solo acto de ignominiosa indiferencia. Conductores de noticieros que juzgan y después describen. Nada más sano que apagar la tv. Si queremos ficción establezcamos un programa de lecturas, tanto personalmente como familiar.

Si quieres llorar busca a los escritores franceses de fines del siglo X1X, Anatole France, Emile Zola, Víctor Hugo. Si te gusta el misterio adéntrate en Edgar Allan Poe, Stephen King, si quieres aprender español busca a los autores del boom tales como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Miguel Ángel Asturias, Julio Cortázar y tantos que se me van. Como mencionaba el jefe de gobierno si lees “Piedra de Sol” conoces a Octavio Paz, pero mejor canaliza tu energía a través de los poetas mexicanos en general sin pararte en una poesía.

Como ves hay para todos los gustos y edades. Nada mejor que regreses de tu trabajo leyendo “Los convidados de Piedra” de Edwards, haces un resumen que te cueste un poco de trabajo, aunque la hoja permanezca en blanco varios días y consideres tal vez sin importancia concluir tu resumen, te aseguro que el solo intento de escribirlo ancló la obra tan profundo en tu mente que con solvencia buscarás otra obra del autor.

La ficción es peligrosa si solo vives de ella y en ella, también te intoxicas de cosas buenas. Kafka y Borges te lo explican en sus textos. Como simple lector reflexionas los temas grandes del hombre, asimilas la imagen del autor devanándose los sesos en busca de un sillón para su personaje y que juntos, autor, tú y personaje inicien un viaje a los dominios del pensamiento y la buena ficción, juntos abran esa puerta que ayer no estaba en ese sitio y penetren al laberinto de las sorpresas. Hay muchos escritores esperando tu decisión, comienza como te digo, apaga la televisión y comienza con tu lista.