// Editorial

Por.- Ana Clauz

En la amistad se involucran diversos sentimientos, donde un amigo acude al otro en busca de confianza, afecto, consuelo, respeto y compañía. Estas relaciones se presentan en todas las etapas de la vida, aunque con distintos grados de importancia y trascendencia. Se dice que hay amistades que nacen a los pocos minutos de comenzada una relación, y otras que pueden tardar años en consolidarse.

Entre los componentes que forman una amistad, puede mencionarse el agrado al compartir actividades, el entendimiento mutuo, la simpatía, la sinceridad, el interés y la preocupación por el otro.

El principal componente en la amistad es la confianza. Las relaciones de amistad han sido ampliamente retratadas tanto en el mundo de la literatura como en del cine y la televisión a grado tal que si bien un listado verdaderamente completo sería imposible es fácil identificarlas en casi cualquier obra.

Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson, los Tres Mosqueteros son ejemplos variados de diversos tipos de amistades entrañables exhibidas en la literatura.

En el mundo del cine y la televisión se puede hallar desde los clásicos como El gordo y el flaco y Los tres chiflados hasta la serie de televisión estadounidense de Friends, comedia que giraba completamente en torno a las relaciones de seis amigos.

Según Aristóteles existen TRES CLASES: amistad por interés, amistad por placer y amistad por utilidad.

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Por: Leo

La cultura en general consiste en comunicar y recibir todo tipo de mensajes, el hombre culto no es precisamente aquel que sabe mucho, más bien este atributo pertenece al que sabe transmitir sus ideas, emociones, afectos y es eficiente en su vida socio-económica. La cultura cohesiona a las personas, crea grupos sociales, contextos de acción, normas que no se dejan ver pero que mediante un  significado socialmente aceptado por sus interactuantes actúan como rectoras de la conducta.

Esto suena bien pero esa misma cultura marca, estigmatiza indeleblemente al ser humano, nacemos y nos arrojan al mundo con un nombre que jamás tuvimos la oportunidad de escoger,  con una batería casi completa de costumbres que el tiempo se encarga de completar, valores que se impregnan al ser con más firmeza que el mismo rostro. Se nos prepara para ser Juan o José, honesto, recto, responsable, justo, trabajador, etcétera, ese es el “yo” que proyectamos como unidad cultural.

Lo cierto es que los valores de nuestro contexto cultural se imprimen desde la infancia, antes de los cinco años en el entorno familiar, después en las aulas, donde se acuñan “formas de ser” aceptables, tan poderosas que al llegar los cambios hormonales tan temidos, los de la pubertad, surgen requerimientos físicos, emocionales y sociales que chocan aparatosamente con las unidades pétreas de valores. Incluso la clasificación de estos valores, su jerarquización,  carecen de criterios absolutos, son totalmente relativos y subjetivos, son las creencias de padres y maestros, nada que ver con los requerimientos sociales.

Pero de una u otra forma superamos la adolescencia, golpeados y traqueteados por esos profundos conflictos solo para enfrentarnos con una segunda y espectacular crisis: competir por un empleo en una sociedad en donde se da uno por cada tres mil habitantes, subimos nuevamente al cuadrilátero, velamos por un instante a esos valores imposibles de erradicar y a practicar la hostilidad, el golpe bajo, la indecencia e incluso deshonestidad, es más importante el status que la sociedad te dice debes alcanzar que el descalabro social.

En esta etapa tus valores que tapaste, reprimiste, resurgen y tratas de fundarlos en tu nueva familia, sin que tú te percates estas en el proceso de la doble moral, enseñas una cosa y haces otra, dices sí cuando es no, pero por fortuna no eres el único que distorsiona, tu compañero o compañera afirman lo que enseñas, los maestros lo confirman y se repite el ciclo.

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Por: Marco A. Márqeuz 

Desde  de la concepción de la burocracia se ha hablado de la importancia de fortalecer los valores éticos en los servidores públicos,  muchos gobernantes  han pasado sin que ha la fecha podamos realmente establecer un parámetro de que o cuales valores deben tener aquellos que se presten a brindar un servicio publico y como ciudadanos desconocemos como o bajo que bases calificar a los servidores públicos; Immanuel Kant (filosofo Alemán 1724-1804)  definió el concepto de la ética como un hecho de la razón, y se aplica como  ese valor intangible que nos distingue de los seres irracionales.

La ética y la corrupción van ligados de tal manera que considero que todo aquello que carece de ética es corruptible, y no solo se palpa esto en las instancias de gobierno, la corrupción es el cáncer que ha permeado hasta lo mas adentro de nuestra sociedad, lo vemos día a día, en la calle, en las escuelas, oficinas públicas, empresas, medios de comunicación, en fin, es un mal generalizado que se torna incontrolable, y todo ello por un sencillo factor……. No tenemos valor, y no hablo en sentido de valentía, si no el concepto de valorar,  de aquilatar todo esto que conforma una sociedad.

Se han perdido los valores fundamentales que nuestras generaciones nos legaron,  HONRADEZ, LEALTAD, RESPETO, DISCIPLINA, SERVICIO Y COMPROMISO, estos valores   debieran ser la constante  de todos en nuestro actuar cotidiano y la biblia  para todos aquellos que ofrecen sus servicios  de  cualquiera de sus formas, ya que el fin de todos es brindar un servicio.

La ética, no solo se enfoca a aquellos que trabajan en alguna oficina o dependencia de gobierno, es un concepto que corresponde a todo ciudadano establecer como su forma de vida, y no aplica como mal hemos hecho en definir hacia los servidores públicos, y como bien menciona Kant, ser ético es hacer lo que por ley nos corresponde hacer y no como la percepción de hoy en día que nos dice que ser ético es apenas no ser corrupto.

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Consumer Reports.

(CNN) — Comer arroz una vez al día puede incrementar los niveles de arsénico en el cuerpo hasta un 44%, según un informe de Consumer Reports.

El estudio investigó más de 60 productos de diversas marcas en Estados Unidos que contienen arroz, como cereales para niños, pastas y bebidas, y descubrió "preocupantes" niveles de arsénico inorgánico en la mayoría de ellos. Otros sugieren, sin embargo, que los niveles no son motivo de preocupación.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el arsénico inorgánico está asociado al cáncer de hígado, de vejiga y de pulmón.

Urvashi Rangan, el jefe de la investigación de Consumer Reports, aseveró que el objetivo del estudio, lejos de intentar generar temor en las personas, apunta a informar a los consumidores.

"Queremos ayudar a los consumidores a tomar ciertas precauciones y actuar con moderación", indicó Rangan.

El informe de Consumer Reports reveló que el arroz blanco tenía menores niveles de arsénico que el arroz integral.

"Los niveles son bajos", dijo Jim Coughli, un toxicólogo independiente que ha trabajado como consultor para la Federación Estadounidense de Arroz.

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SanJuana Martinez

Su rostro ha sido durante años la representación de repudio, hartazgo, protesta, inconformidad. Aún nos seguimos encontrando su máscara en manifestaciones, protestas, reivindicaciones de derechos maltratados, ultrajados.

Su cara es sinónimo de corrupción, expolio, transa, sucios pactos, mafia… Nadie como él concentra en su efigie todos los males del mexicano: impunidad, antidemocracia, autoritarismo, saqueo, cinismo, perversión, indecencia, inmoralidad, enriquecimiento ilícito, relaciones criminales. Su control del sistema político mexicano ha sido tal, que no hay partido ni asociación delictuosa unida a la política, que se le resista.

Por algo, la connotación de uno de sus múltiples apodos es: El Padrino. Carlos Salinas de Gortari se ríe y dice que ni una cirugía plástica podrá erradicar ese rictus de alegría de su cara. De hecho, se ha reído con vocación los últimos 20 años. Y tiene motivos para reír.


Su risa es transparente, lógica, natural. Salinas se ríe de los mexicanos, particularmente de todos aquellos que votaron por el PRI. Se ríe de los que creyeron en la democracia. Se ríe de las instituciones. Se ríe del engranaje de simulación en torno a las elecciones de República Bananera que seguimos padeciendo. Se ríe de la torpeza de los panistas. Se ríe de la ingenuidad de los perredistas.

Se ríe de los “nuevos” priístas. Salinas se ríe del servilismo rastrero de Leonardo Valdés Zurita. Se ríe del entreguismo obsceno de Alejandro Luna Ramos. Se ríe de la ceguera descarada de los Consejeros del IFE. Se ríe de los siete magistrados inútiles del TEPJF. Se ríe de la simulación de las instituciones de mentira. Se ríe de la mediocridad fratricida de Felipe Calderón.

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